domingo, 27 de mayo de 2018



COLEGIO  NTRA. SRA.  DEL  ROSARIO  (Valladolid)

En esta imponente construcción, obra del arquitecto D. Miguel Fisac, sede del Colegio Ntra. Sra. del Rosario, realicé mi labor docente durante cuarenta años. Coincidiendo con la festividad de la Traslación de N. P. Santo Domingo, he tenido el privilegio de volver a saludar a mis antiguos compañeros, recorrer sus instalaciones y de dar una charla a los alumnos de 1º y 2º de ESO sobre "Fábulas carolingias", libro recomendado por el Centro dentro del Plan de Fomento de la Lectura.

Siempre que la distancia me lo permite, procuro entrar en contacto con el alumnado que lee mis publicaciones. Es una tarea enormemente gratificante, porque, de alguna manera, me retrotraigo en el tiempo, además de rejuvenecerme con el diálogo que establezco con unas mentes juveniles aún no castigadas por los avatares de la vida. En esta ocasión, verme ante los mismos uniformes que contemplé durante años, ha puesto en mi corazón un punto de nostalgia y, por qué no decirlo, de emoción contenida.

En un ambiente relajado, casi festivo, he tenido el placer de exponer los argumentos que me impulsaron a escribir estas fábulas, recibiendo a cambio, un verdadero aluvión de preguntas sobre casi la totalidad de los episodios de los que consta el libro. No han faltado las anécdotas en el fluido diálogo, ni el interés de los más, en los sesenta minutos que ha durado la charla, en la que ha imperado el respeto y un comportamiento ejemplar del alumnado.

Después, el emotivo turno de firma de ejemplares ha puesto punto y final a la grata mañana.

Agradezco a la Jefe del Departamento de Lengua y Literatura, Dª Cristina Martín, la deferencia que ha tenido al elegir mi publicación, así como la promesa de futuras charlas para el próximo año.

Al abandonar el recinto colegial, una débil lluvia caía suavemente. He tenido que accionar el limpiaparabrisas, aunque la turbidez de la visión no desaparecía.


jueves, 24 de mayo de 2018




PÁLPITOS DE LUNA NUEVA

El pasado día 22 tuvo lugar en el Salón de los Reyes de la Casa Consistorial San Marcelo (León) la presentación del Poemario de Alicia López Martínez titulado, "Pálpitos de luna nueva". En el Acto literario, que congregó a buena parte del entendido público leonés, intervinieron, además de la autora, Juanmaría G. Campal, escritor y prologuista del libro, y Puri Sánchez en representación de la editorial PIEdiciones.

Alicia, natural de Gijón pero afincada en León desde hace mucho tiempo, compatibiliza su encomiable labor docente con su vocación de poeta. Mujer que cautiva por la sencillez de su trato, es capaz de volcar en el verso su enorme conocimiento lingüístico y su personal forma de concebir la poesía como aspiración de plasmar sobre el papel el admirable tesoro de su mundo interior. Y es que su verso, de transparencia sin igual, rezuma belleza, fluye sugiriendo matices y deslumbra con un abanico de sensaciones en donde la salinidad de la mar y el resplandor de la Luna se perciben con tan solo cerrar los ojos tras la meditada lectura de sus bellos poemas. Bajo la rotunda sinceridad de la palabra escrita, se detecta la complicidad de la autora con el verso, a quien pregunta y dialoga en un deseo de encontrar la raíz que motiva la razón de los acontecimientos que describe. Esto hace que su poesía, perfecta y pulida en formas conceptuales, tienda en busca de nuevas formas expresivas y, mediante bellísimas metáforas, vuele en oníricos deseos hacia metas cada vez más elevadas.

He tenido la fortuna de leer anticipadamente el contenido del Poemario, y el honor de presentar la actuación de Alicia, hace tan solo unos meses, en los "Viernes de Sarmiento" de Valladolid, actuación que quedará en la memoria de los asistentes como uno de los más bellos recitales jamás escuchados.

Por eso, siento el legítimo orgullo de comunicaros la presentación de este Poemario, "Pálpitos de luna nueva" y el placer de recomendaros su lectura.

Como anticipo de lo que podéis leer en él, os transcribo uno de sus poemas.

Cuando llegue la hora, no hagas ruido.
JON JUARISTI
Ahora que la tarde esculpe
mariposas
y siembra por el valle
un aire sutil, devoto amante
de las rocas y las piedras que beben espuma de los ríos,
el sol, meditativo,
declina
a la par que, al son de las peñas de la sierra,
los pinos, los chopos y aligustre,
los pájaros, lagartijas y hormigas
agitan el cauce del arroyo
desde el ancestral lecho de su nacimiento.

Ahora que la noche dibuja con sus dedos oscuros
ermitas y pueblos,
cuentos legendarios;
ahora,
ahora
con la luna creciente en un lienzo
declamo con sus versos
tu nombre.
 


domingo, 20 de mayo de 2018


RECUERDOS DE LA AUTOESTIMA

Posiblemente, la historia que paso a relataros, no se ajuste totalmente a la realidad y conste que no me incita a ello el deseo de fabular para que la narración resulte más atrayente, sino porque gran parte del affaire entre los protagonistas, se ha ido diluyendo en la memoria selectiva del recuerdo que edulcora los acontecimientos pasados dotándolos de un aura de romanticismo que quizás en su momento no tuvieron.

Hace muchos años cuando yo estudiaba la Lengua de Molière en la Université Catholique de l´Ouest de Nantes, sucedió un hecho que reforzó mi autoestima, por aquella época tan vacilante e inconsistente, que necesitaba, urgentemente, refuerzos positivos. Mi bisoñez y mi torpe manejo del idioma, únicamente me permitían intercambiar breves frases con mis compañeros y utilizar, las más de las veces, el idioma gestual. Esto propició que, durante los primeros meses, me sintiera un tanto aislado y que desarrollara el sentido de la vista como medio para amenizar los descansos entre clases. Dada mi clara inclinación por las muchachas, me gustaba observarlas contemplando la facilidad con que movían sus labios, observaba sus gestos, aspavientos y sobre todo, para qué negarlo, las delicadas formas de sus juveniles cuerpos.  

Entre todas ellas destacaba por su belleza y por su exquisita forma de comportarse, Angélique, una jovencita de melena rubia que hacía honor a su nombre, pues parecía encerrar bajo la apariencia de mujer, la guapura que solemos atribuir a los entes angélicos. Esta hermosura, no dejaba indiferente al contingente masculino que se disputaban el honor de poder intercambiar con ella algunas palabras o, simplemente, sentir el gozo de contemplar en posición cercana, el encanto de su sonrisa.

Entre los admiradores, destacaban por su insistencia y deseo de ser los acompañantes vitalicios de esa atractiva compañera, Lucien y Didier. Lucien era la mente privilegiada de la clase y el refugio seguro al que acudían aquellos que necesitaban resolver alguna duda sobre lo que no alcanzaban a comprender, fuera cual fuera el tema del que se tratara. Angélique recurría a él con frecuencia para aclarar conceptos y este se jactaba de que era la pura pasión que despertaba en la muchacha, la causa de sus acercamientos. Su contrincante, Didier, era un efebo. Su cuerpo poseía las proporciones del "David" de Miguel Ángel. Alto, guapo musculoso, era un modelo atrayente para cualquier fémina por su escultural figura y  que, por su físico, era en cantidad de ocasiones reclamado por sus compañeras para fotografiarse junto a él. A este festival de vanidad, también se prestó Angélique, lo que alentó en el joven la esperanza de que en cuestión de días podría gozar de sus favores.

Era de dominio público que entre ambos galanes existía una dura competencia para ganarse la confianza de la preciosa rubia y conseguir enamorarla, utilizando cada uno de ellos, en incruenta batalla, las gracias que poseían. Para sorpresa de todos, Angélique, despejó las dudas sobre quién de los dos había ganado su corazón, cuando una primaveral mañana de mayo hizo ostentosa demostración de amor, acariciando y besando a Jean Paul, otro compañero de físico bastante discreto que no destacaba, precisamente, por su inteligencia.

El acontecimiento fue motivo de un sinfín comentarios entre todos los que seguimos el desarrollo de la pugna amorosa entre Lucien y Didier. El fracaso de ambos dio mucho que hablar hasta que finalizó el Curso y puso de manifiesto que el amor había triunfado sobre sus respectivas vanidades.

Este episodio fue de capital importancia para fortalecer mi autoestima. Con unas notas nada brillantes y una figura no muy agraciada, al despedirme de Nantes pensé que todo un mundo de posibilidades se abría ante mí. Poco afortunado en el terreno amoroso, una pregunta alentaba mi mente: ¿Por qué no podría ser en el futuro el Jean Paul de una belleza semejante?

Al cabo del tiempo, sigo esperando la respuesta.


domingo, 13 de mayo de 2018



TITANES EN LA JUNGLA


(Obra teatral en tres Actos)
ACTO PRIMERO
(El director del reality show se dirige a los individuos preseleccionados) 

Director— Queridos futuros participantes: Permitidme, antes que nada, que os de mi más sincera felicitación por haber superado el reconocimiento médico y las duras pruebas de estrés e inanición a las que habéis sido sometidos. Estáis a las puertas de formar parte de un elenco de escogidos personajes que serán el espejo en el que se miren varios millones de televidentes de esta nación. Nos hubiera gustado que todos participarais en esta aventura televisiva pero, desgraciadamente, únicamente una docena de vosotros seréis los concursantes.
Para alcanzar tal honor, tendréis que superar, a continuación, una última prueba consistente en una entrevista que analizará vuestro perfil psíquico. Os ruego que seáis sinceros. En breves fechas comunicaremos los que, finalmente, viajarán a la jungla. ¡Gracias, amigos! ¡Mucha suerte!
(Aplausos de los aspirantes)
ACTO SEGUNDO
(Reproducimos algunas de las entrevistas)

Director adjunto— Háblame de tu familia. ¿Crees que podrás superar muchos días con escasa alimentación?¿Qué harás con el premio?
Aspirante nº 25— Soy un ama de casa. Estoy felizmente casada, tengo seis hijos y mi marido lleva tres años en el paro. Para mí, pasar hambre es lo normal pues prefiero que, antes que una servidora, se alimenten mis hijos. Si fuera la ganadora pondría un "cosetodo" a ver si sacaba a mi familia "p´alante".
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Director adjunto— ¿Puedes decirme alguna cuestión específica que te preocupe si resultaras seleccionado? Indícame tu situación familiar.
Aspirante 54— A mí la comida no me preocupa, pero me gustaría saber si en vez de agua dan vino. Bebo de dos a tres litros diarios para estar "majete". ¿Familia? ¿Qué es eso? Yo siempre estoy arrejuntado. Cuando no es con una es con otra, el caso es tener pareja y si le gusta "el alpiste", ¡mejor! Estoy en tratamiento por hipersexualidad. Espero que en la jungla se me cure sin pastillas, porque al haber menos mujeres... tendré menos tentaciones. ¡Vamos, digo yo!
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Director adjunto— A pesar de tu juventud, te veo muy tranquila. ¿Qué me puedes decir de tus aficiones, tus gustos...?
Aspirante 81— ¡Anda joder! ¡Tendría huevos si a mis veinte años me arrugara delante de un tío! ¿Que a qué me dedico? Pues de todo un poco, por las noches trabajo la barra en un night club, despelotada, ¡claro está! a mí la ropa me da calor y por el día si hay que pasar farlopa, pues se pasa (esto no se publicará ¿verdad?). Ya he estado dos veces entre rejas y eso me encabrona un montón. ¡Ah! Dicen que soy mal hablada, pero me parece que hablo normal y al que no le guste, le doy un par de hostias y "arreglao".
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Director adjunto— Se te ve musculoso. ¿Te ves capaz de superar grandes esfuerzos físicos? ¿Tienes pareja?
Aspirante 124— No puedo negar que tenga buena musculatura.  Dedico cuatro horas diarias al gimnasio y cuido mucho la alimentación. De alcohol, nada de nada y a las diez en la camita que por las mañanas tengo que madrugar para ir al trabajo. En cuanto a mi vida íntima, prefiero no hablar mucho, aunque le diré que salgo con una chica y si ganara el premio, nos casaríamos. ¡Le haría tanta ilusión!
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ACTO TERCERO
(Director y Director adjunto preparan estrategias)

Director— ¿Qué? ¿Cómo han ido las entrevistas? ¿Tienes ya la lista definitiva?
Director adjunto— Ha sido un trabajo muy duro. ¡Parece mentira lo preparada que viene la gente! Si de mí dependiera hubiera elegido otra docena más. Aquí tienes la lista definitiva: 54, 81........
Director— Te veo preocupado. No están todos los que son, ¿verdad?
Director adjunto— Efectivamente, he tenido que dejar fuera a un chaval que lleva soldada la gorra a la capucha: no se las quita  ni siquiera para dormir y además tiene un genio increíble: con decirte que por sugerirle que estaba un poco flaco, me quiso dar con la silla en la cabeza. ¡Qué tío! ¡Cómo se puso! Es un discutidor nato.
Director—¿Algún otro caso?
Director adjunto— Sí, también he sentido dejar fuera a la sobrina de la cantante Maravillas "La Chuli". Ha salido igualita a su tía. A sus veinticinco años ya ha tenido varias relaciones con toreros y futbolistas y como lleva dos semanas sin pareja, tal vez en la jungla, podría ligarse a alguno.
Director—No te preocupes. A esos dos les pones de suplentes y todos contentos. Ahora lo que tenemos que hacer es dar caña a la audiencia para que vote a quien nosotros queramos. Los que no armen follón y se conformen con todo, decimos que son como muebles y ya verás qué pronto se van a la calle y de los que nos den muchos problemas tenemos que investigar en su vida pasada; ya sabes, hijos secretos, relaciones con famosos etc. etc., y si no las hay, nos las inventamos, dejamos correr el bulo y hacemos de él o ella un finalista.
Director adjunto— ¡Qué razón tienes! Lo prepararemos de forma que resulte ganador el que nosotros queramos, o sea, el más desvergonzado.
Director—¡Chssss! Que no se entere nadie.¡ JAJAJA! Será lo que decida la audiencia. ¡JAJAJA!
(Cuando cae el telón, las carcajadas del Director y del Director adjunto, continúan escuchándose)

FIN




jueves, 10 de mayo de 2018




PASAJES DE "CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA" (46)
CAPÍTULO VI
La ilusión
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Cuando de regreso a casa nos reunimos con Margarita y Nacho en la cafetería, nos pusimos de acuerdo en lo que teníamos que decir: haber visitado las fachadas de San Pablo y de San Gregorio, para ir después a contemplar la cabalgata de Reyes, naturalmente todos juntos.
Impaciente por habernos demorado unos minutos, eso fue lo primero que preguntó nuestro padre a Margarita cuando nos abrió la puerta.
―¿Qué tal el paseo? ¿Dónde habéis estado? ¿Has enseñado a Nacho alguna de las maravillas de la ciudad?
―Sí, papá, el paseo ha sido estupendo, lo hemos pasado muy bien. Nacho ha quedado impresionado con la filigrana en piedra de las fachadas de San Pablo y de San Gregorio.
―No me extraña que se haya quedado extasiado. Éstos del Norte, cuando vienen a Castilla, descubren por vez primera el sabor de un buen lechazo asado y la grandiosidad de nuestra arquitectura religiosa. Don Ignacio siempre me ponderaba las cuatro iglesias de su pueblo como si fueran únicas en el mundo. La verdad es que los vascos tienen pocos monumentos de los que presumir, aunque piensen lo contrario. Para contentarse, llaman al estadio del Athletic de Bilbao “La Catedral”. Serán fanfarrones... Por cierto, mañana le dices a Nacho que está invitado a comer.
Seguramente, aquella noche los sueños de Margarita y Nacho fueron placenteros, rememorando el calor de sus respectivas arquitecturas corporales, sin que hubieran necesitado contemplar fachadas de fría piedra por mucha filigrana que tuvieran. Mis sueños fueron todo lo maravillosos que cabe imaginar. Si mi padre me hubiera preguntado a mí acerca del lugar en donde habíamos estado, no hubiera podido reprimir esta exclamación: “¡En el Cielo! ¡En un cielo azul, como los ojos de Cécile!”
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jueves, 3 de mayo de 2018


PASAJES DE "LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS" (46)
CAPÍTULO III
La casa del abuelo
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Cumpliendo órdenes maternas, me dirigí junto con mi hermano y Jeremías al cuarto situado en el extremo del pasillo, que como todo en la casa, era espacioso y desangelado. Las dos camas niqueladas estaban enfrentadas, por situación y por estética, a un vetusto armario de madera cuyas puertas debieron, tiempo atrás, cumplir con su cometido y ahora, desencajadas, no permitían cerrar el habitáculo. Sus cerraduras eran ojos que miraban a las camas, y éstas les devolvían la mirada sin poder ver su imagen en el espejo del cuerpo central del armario, totalmente deslustrado.
Deduje que la cama de la izquierda era la que me correspondía, porque en su cabecero tenía enredado un cable de cordón trenzado terminado en un interruptor de pera que me otorgaba la facultad, como hermano mayor, de encender o apagar la luz cuando quisiera. Jeremías, atraído por la novedad, hizo funcionar varias veces el artilugio, entreteniéndose con el parpadeo de las bombillas, hasta que él mismo, sacó a la luz, un sentimiento que le carcomía en su interior, intermitentemente, como los destellos de la lámpara:
―¡Qué suerte tenéis lo ricos!
―¿Por qué? ―preguntó Tinín inocentemente.
―¡Por qué va a ser! Sólo los ricos pueden pagar la luz al molinero. Los pobres como yo, nos vamos a la cama con un carburo, y si de noche tienes que levantarte, lo más fácil es que te escoñes.
―¿Qué es eso? ―preguntó Tinín.
―Anda majo, vete a jugar, que estas conversaciones son de mayores ―le dije, para salir del apuro.
Cuando Tinín se marchó, a Jeremías le faltó tiempo para preguntarme:
―¿Pero de verdad no sabe tu hermano qué es escoñarse?
―¡Claro que no! Nosotros no empleamos esas palabrotas.
―¡No me jodas…! ¡Qué atrasados estáis en la capital! ―sentenció Jeremías, cada vez más convencido de que me era imprescindible como profesor. Luego se tendió a la larga en mi cama, dando pequeños saltitos, como queriendo comprobar la blandura de la lana.
―¡Esto sí que es un colchón y no la mierda de jergón que tengo en casa! Te se clavan las hojas del maíz como alfileres.
―«Te se» ¡no! Se dice «se te» ―le corregí, para demostrarle que los de capital también podíamos enseñar cosas.
―Lo diré como tú quieras; estoy acostumbrado a obedecer. El caso es que te levantas hecho polvo y luego no rindes en la escuela. La señorita Marciana siempre va a mis padres con el cuento de que me quedo dormido. ¡Qué sabrá la tía esa! Seguro que ella descansa espatarrada en un colchón como éste.
Jeremías se incorporó sentándose en la cama, donde siguió comprobando la calidad del colchón y del somier, brincando cada vez con mayor intensidad, hasta que no pude por menos de advertirle:
―¡Párate ya! Como sigas saltando, me veo durmiendo con Tinín en la otra cama.
 Y no lo dije por decir, pues cabecero y piecero, aproximándose a cada salto, amenazaban con terminar abrazados.
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