jueves, 29 de marzo de 2018


LA REFORMA
Crónicas de mi Periódico            29 de marzo de 2017
VACACIONES

Estamos a Jueves Santo. Para unos, principio de vacaciones, mientras otros, en ardua reflexión, contemplan la botella medio vacía o medio llena de una semana largamente esperada. Para jubilados y parados, continuación de una situación que los primeros quisieran prolongar por muchos años y que los segundos, anhelarían que concluyera cuanto antes. ¡Así es la vida! Entre la ingente cantidad de personas que nos rodean, disparidad de afanes, diversidad de estados, diferentes modos de aceptar su realidad. Diríase que todos convivimos en un enorme hospital en el que al mismo tiempo se contabilizan nacimientos, muertes, mejorías, empeoramientos, alegrías y tristezas. O si lo prefieren, siguiendo el modelo calderoniano, en el gran teatro del mundo, cada uno representa el personaje que las circunstancias le asignan en cada momento.

En mi novela, Cécile. Amoríos y melancolías de un joven poeta, mi protagonista, Álvaro, sintiendo esta dualidad temporal en la condición humana, se atrevió a escribir en sextillas hernandianas:
“Unos ríen, otros lloran,/ según dicte la ocasión./ Entre el llanto y la canción/ los humanos nos movemos/ contándose con los dedos / quien se sale del guión./ ”...

Si ustedes quieren ver o escuchar más disparidad de criterios, sintonicen emisoras y anoten comentarios: “Aplicación estricta del Estado de Derecho”  o “Con la prisión para nuestros compañeros, ha muerto la democracia en el Estado español”. ¿Quieren más? Pues allá va: Los árboles del Parque del Retiro que, años atrás, no estaban bien controlados y por eso se caían originando desgracias, al decir de un determinado grupo político, ahora, cuando  controla la Alcaldía de Madrid, dicen que la muerte de un niño golpeado por la caída de un árbol en el mismo Parque, es fruto de una “desgraciada fatalidad”.

Parece que en esta Semana Santa aumentará el número de extranjeros que nos visiten, aunque también es cierto que cada vez son más los españoles que viajan al extranjero. Yo, en concreto, he contabilizado cinco o seis más repartidos por varios países de la Unión Europea, con innegable vocación de ser repatriados cuanto antes. Todas estas consideraciones las hago mientras mi caña  espera, pacientemente, que algún pez gordo pique. Tal vez sea el mismo que ha afirmado que soy   un hombre rico porque después de cotizar cuarenta y dos años, he conseguido tener un piso en propiedad. El Estado, que siempre vela por la igualdad de los contribuyentes, cree que con aumentarme un 0,25% la pensión, será más que suficiente para soportar el aumento del coste de la vida. Un aumento mayor, piensa, podría inducirme al vicio y al despilfarro. Es un detalle que agradezco enormemente, aunque no sé si me dará para tomarme un corto de cerveza y brindar por todos ustedes, queridos amigos de tiempo vacante. Para una caña no me da; ya me han dicho que  con la de pescar tengo bastante.



domingo, 25 de marzo de 2018



DARLA CON QUESO


La mejor forma de camuflar un mal vino es darlo a probar con un pedazo de queso fuerte. Con ese truco, los taberneros doctos en el oficio podían librarse de ciertos caldos poco afortunados, de ese vino un poco agrio que llevaba demasiado tiempo en la bodega; una generosa cuña de buen queso tapando estratégicamente la copa ¡y listo!

De acuerdo, el vino sería malo, pero gracias al engaño hoy podemos salir de tapeo. Y es que ni el salón de casa, ni la parroquia, ni la oficina, ni la sede del partido o del sindicato, ni aún la del club del fútbol al que se pertenezca, ¡es en la taberna!, ahí es donde nos socializamos, donde se construye comunidad y se conforma nuestra identidad como pueblo. La taberna nos hace humanos y en la geografía tabernaria el vino, el pan y el queso forman una tríada perfecta.

G.K. Chesterton fantaseó con la idea de un decreto del Gobierno que prohibía el consumo colectivo de alcohol, todo por voluntad ecuménica de las Iglesias británicas. Su fantasía se convirtió en una socarrona y subversiva novela, donde dos proscritos recorrían los caminos de Inglaterra haciendo rodar el último barril de ron y una enorme bola de queso; y, cada vez que abrían la espita para hacer correr el ron, acompañado con una cuña de queso, cristalizaba, allí donde estuvieran, una sociedad en miniatura.

«Toma queso rallado y májalo bien con dos o tres dientes de ajo...». Así comienza la página dedicada al almodrote en el Libro de Sent Soví, un anónimo recetario catalán del siglo XIV que explica cómo cocinar ochenta y siete platos. El almodrote es el número veinticinco. No es la referencia más antigua al uso del queso en las cocinas. Plinio el Viejo, en su inabarcable y monumental Historia Natural, dedica varios volúmenes a describir todas las variedades de queso que se podían obtener en un surtido mercado romano; y el gastrónomo Marco Gavio Apicio, santo varón y mártir, lo incluyó en sus platos; consignemos la hipotrimma a modo de ejemplo: pimienta, queso, piñones, dátiles, miel, vino, aceite y el garum.

Hoy existen más de 2.000 tipos de queso y nos quedamos cortos probablemente; muchos de ellos ya se hacían en la antigüedad.

No debe sorprendernos tanta riqueza. Domesticados los rumiantes en el neolítico, es presumible suponer que el queso llegó con ellos. Cuenta la leyenda que un mercader árabe se aprestó a atravesar el desierto y soportar las muchas leguas del camino, transportando leche en el estómago vacío de un cordero. Cuál no sería su sorpresa al descubrir, al cabo de unas semanas, que esta había solidificado: se había convertido en requesón.

El queso es leche cuajada (en el cuajo de los estómagos) sobre la que actúan las bacterias. Y aunque nosotros conocemos queso de oveja, de cabra y de vaca, los animales productores de la materia prima pueden llegar a ser sorprendentes: desde camellos hasta búfalos.

Esa diversidad de rumiantes y de bacterias implicadas, todos los posibles mohos, los distintos tiempos de curación y moldes a emplear, los procesos empleados, o incluso las especias que se puedan añadir (ya hemos visto que Apicio empleaba piñones, pimienta, miel...) explican tanta variedad de quesos a nuestra disposición.

También son infinitas sus posibilidades gastronómicas: bien como queso crudo o como ingrediente central o secundario de miles de recetas; en estado líquido, sólido y, en ciertas cocinas de vanguardia, incluso gaseoso. Puede formar parte de un aperitivo, del primer plato, del principal o del postre (los jesuitas alcanzaban el solaz acabando sus comidas con queso fresco, membrillo y vino dulce). Podemos desayunar con queso, almorzar con él o servirlo en la cena. O simplemente puesto junto al pan y convinado con un buen caldo.

Y keso es una de las primeras palabras que se escribieron en lengua romance: en 959 un monje consignaba en un pergamino (su Noticia de Kesos) todos los dispensados por el monasterio leonés de Rozuela.

En conclusión, ¡que nos la den con queso!

NOTA.- Pasaje de la novela, SABOR Y SABER. Editorial Cuatrohojas (www.editorialcuatrohojas.com)

Acuarelas de Manuel Malillos Rodríguez.

jueves, 22 de marzo de 2018




MATER  DOLOROSA

Ayer tuve la fortuna de escuchar en el marco incomparable del Paraninfo de la Universidad de Valladolid, al Grupo de Música Antigua de la UVa, dirigido por el joven y afamado músico, Ignacio Nieto Miguel, en un concierto memorable titulado: "MATER  DOLOROSA", que nos propuso un viaje que tenía como hilo conductor la "MISSA DOLOROSA" del gran compositor del barroco italiano Antonio Caldara, una obra compuesta para coro, solistas, cuarteto de cuerda, dos trombones y bajo continuo y que contó con instrumentistas de lujo, muchos de ellos integrantes de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.
A modo de pequeños interludios, entre cada uno de los Movimientos de la Misa, pudimos escuchar cuatro Antífonas Marianas musicalizadas por algunos de los compositores más relevantes desde el siglo XVI hasta la actualidad.
La alta calidad del Grupo de Música Antigua y la magnífica dirección de Ignacio Nieto Miguel, hizo posible que la audición obtuviera un clamoroso éxito y que, justamente, recibiera del numeroso público asistente merecidos aplausos como refrendo a una brillante actuación.
Os adjunto, además del Programa, los intérpretes y un breve currículo de Ignacio Nieto Miguel, director musical de este Agrupación desde el año 2010

PROGRAMA
Antonio Caldara (1670-1736), Kyrie de la Missa Dolorosa (Para cuarteto de cuerda, continuo, solistas y SATB)
               T. L. de Victoria (1548-1611), Alma redemptoris Mater
Antonio Caldara, Gloria de la Missa Dolorosa
               Lotti (1667-1740), Salve Regina
Antonio Caldara, Credo de la Missa Dolorosa
               J. G. Rheinberger (1839-1901), Ave Regina Coelorum
Antonio Caldara, Sanctus de la Missa Dolorosa
               V. Miskinis (1954-), Regina Coeli
Antonio Caldara, Agnus Dei de la Missa Dolorosa
INTÉRPRETES

Sopranos: Verónica Rioja, Sandra Álvarez, Saray Prados, Lucía Alejos.
Altos: Leire Sánchez, Norma Rodríguez, Beatriz Pérez, Irene Díaz.
Tenores: Javier Sanz, Juan P. Lozano, Pablo Román, Gregorio Casado.
Bajos: Jorge Bombín, Luis Sánchez, Javier Frontela, Jesús M.ª Chamorro. 

Violín I: Iuliana Muresan Murgu
Violín II: Dorel Murgu
Viola: Elena Boj Solano
Violonchelo: Montserrat Aldomá  
Trombón contralto: Casimiro García Llamas
Trombón tenor: Pablo López Pérez
Tiorba: Rodrigo Jarabo

Dirección musical: Ignacio Nieto Miguel

Ignacio Nieto Miguel, es premio extraordinario de doctorado en Historia y Ciencias de la Música por la Universidad de Valladolid, posee asimismo los títulos superiores de piano y profesionales de canto y clavecín. Su actividad como intérprete, conferenciante y docente le ha llevado a países como Nigeria, Cuba, México, Uruguay, Argentina, Alemania, Reino Unido, EEUU, etc. Ha publicado varios estudios sobre patrimonio histórico musical y organístico español. Actualmente es profesor en la Universidad de Burgos y de la Universidad Internacional de Valencia, y colabora activamente con la Sección Departamental de Historia y Ciencias de la Música de la Universidad de Valladolid. www.ignacionieto.com

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jueves, 15 de marzo de 2018


PASAJES DE "CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA" (44)
CAPÍTULO VI
La ilusión
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Si contenta estaba Margarita, no digamos la alegría que llenó, o mejor, que rellenó todo el cuerpo de Goyita cuando supo que un muchacho que le sacaba la cabeza iba a ser su partenaire. Escasa de acompañamiento masculino, no le importaba en absoluto que Daniel fuera dos años más joven que ella, incluso doña Engracia, al conocer que las carnes de su hija iban a tener acompañamiento masculino, visitó varias tiendas de ropa en un intento desesperado por encontrar algún vestidito tipo saco con que la niña se luciera. Pero todo fue en vano y, rendida a la evidencia, hubo de contentarse con la adquisición de varios metros de moaré, apremiando a la modista para que el revestimiento de la joven estuviera confeccionado en un tiempo récord.
El repetido sonido del claxon fue la señal para que Margarita y yo bajáramos a recibir al esperado Nacho. Se apeó del “Hispano- Suiza” vestido como un gentleman. Lucía un traje de cheviot gris con coderas, que enseguida cubrió con un abrigo beige de amplias solapas al percatarse de que la temperatura ambiente era terriblemente gélida. Su compañero de viaje debía de tener prisa pues, sin bajarse del coche, agitando la mano, dijo: “Ciao” y reinició la marcha. Nacho, que se protegía del sol membrillero con unas gafas ahumadas, se las quitó para besar a mi hermana con cierto recato, y acto seguido me estrechó la mano, sonriente, demostrando una exquisita corrección, enseñándonos, de paso, una perfecta dentadura. De manera ritual, peguntó por mi familia, y al mirarme de nuevo, me dijo con cierto tonillo:
―Arancha me ha encargado que te dé muchos recuerdos.
―Gracias, se los devuelves ―respondí, escueto.
En la contestación quedó patente mi educación y el cariño que sentía por mi hermana. En realidad, hubiera deseado decir: “los recuerdos de tu hermana me hacen devolver”, pero en algo tenía que notarse que estudiaba en un colegio de jesuitas.
Margarita le informó de la decisión paterna, por la que se vería obligado a comer aquel día en solitario, aunque le prometió, acariciando su barbilla, que por la tarde estaría junto a él, en mi compañía y con la de unos buenos amigos. Nacho aceptó de buen grado la decisión y quedamos a la taurina hora de las cinco de la tarde para comenzar nuestro recorrido por la ciudad.
Antes de la hora fijada, ya estaba Nacho en el portal esperando impaciente a Margarita, y al verla no pudo evitar exclamar: “¡Wooooaaahhh! ¡Estás preciosa!” y otras lindezas pronunciadas mientras sus manos se entrelazaban; piropos que cesaron al aparecer Goyita junto a Daniel y Cécile. Tras las consabidas presentaciones, los seis nos dirigimos hacia una cafetería para un primer cambio de impresiones. Margarita y Nacho iban en cabeza, dándose la mano y mirándose como si fuera la primera vez que se hubieran visto. Goyita, que enseñaba dos dedos del vestido de moaré dorado por debajo del abrigo, no tuvo inconveniente en colgarse del brazo de Daniel, mientras soñaba despierta. Cerrábamos la comitiva Cécile y yo, ligeramente distanciados, intercambiándonos miradas fugaces, pero sin encontrar tema de conversación. Parecía que todo el manantial de palabras acumuladas en mi mente se hubiera secado de repente. Un nudo en la garganta me impedía articular cualquier sonido y empecé a sentir miedo escénico y la impresión de que estaba haciendo el ridículo. Menos mal que en la cafetería las sensaciones fueron mejores. Daniel explicó con gran soltura el recorrido y las visitas que deberíamos llevar a cabo y animó la conversación en la que Nacho participó activamente. Fue éste, como más adulto, quien tomó la palabra para exponernos el plan que junto a Margarita, había diseñado:
―Seis somos mucha gente para ir en peregrinación de un lado a otro. Con la cantidad de público que hay por las calles, acabaremos por perdernos de vista. Lo mejor será que “nos despistemos” premeditadamente. Al fin y al cabo, únicamente voy a estar tres días aquí y tanto a Margarita como a mí nos apetece estar solos. ¿Qué os parece si quedamos en esta misma cafetería a las nueve, antes de regresar a casa? Ése será el momento de ponernos de acuerdo sobre qué decir a vuestras familias sobre dónde hemos estado. No está mal pensado, ¿verdad? ―preguntó, sabiéndose comprendido.
A todos nos pareció bien la idea, sobre todo a Daniel, que no acababa de entender la rigidez en los horarios y en las normas de mi casa.
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domingo, 11 de marzo de 2018


PASAJES DE " LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS" (44)
CAPÍTULO III
La casa del abuelo
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Aparentaba más edad que los sesenta años recién cumplidos el día de su onomástica, y eso que, del atuendo se desprendía que se había arreglado para la ocasión, porque tanto la saya como el pañuelo de cabeza, brillaban como el azabache, resaltando sobre el color parduzco de las medias.
 Nada más vernos, corrió a abrazar a mi padre, hablando con voz ronca, entre gemidos y sollozos, con una cantinela que parecía ensayada de antemano:
―¡Ay Señorito! ¡Qué desgracia! ¡Qué desgracia!, se nos marchó la Macrina! ―repetía entrecortándose―. ¡No semos nada, nada, nada…!
Mi padre, en posición forzada, soportó por unos instantes el abrazo con cara de circunstancias, hasta que encontró el momento propicio para traspasar, como si fuera un fardo, el conjunto de huesos andante al regazo de mi madre, que con dulzura la acogió, emocionada, sin que consiguiera acallarla.
―¡Qué desgracia! ¡Qué desgracia! Ya sólo quedemos yo y el abuelo.
Con tan triste recibimiento, no era de extrañar que Tata Lola, rompiera a llorar, más por efecto contagio que por un gesto de solidaridad con su compañera de profesión. Margarita, entre asustada y sobrecogida, no decía ni mu. Tinín, no se separaba de las faldas de mi madre. A mí se me humedecieron los ojos, pero no lo suficiente como para no darme cuenta de que Jeremías, firme y sereno, seguía el desarrollo de los acontecimientos con la tranquilidad del que asiste a una función ya vista de antemano.
Los lloriqueos se interrumpieron bruscamente cuando Petra, de repente, dando un respingo, se deshizo de los brazos de mi madre, sacó de la faltriquera un pañuelo arrebujado, se sonó a placer las narices con ruido trompetero, y lo pasó a continuación por los ojos, en un intento de secar las lágrimas.
―¿Y del abuelo, Señorito? ―continuó diciendo―. ¿Qué me dice del abuelo, que se pasa el día meando cuatro gotas a cada poco, como los perros? «Asín» comenzó Alejandro, el de la Bernarda, y a los dos meses ya estaba «pa» Pimpanilla.
―¿Dónde está Pimpanilla? ―preguntó Margarita, dirigiendo la pregunta a mi madre.
―Pimpanilla es el paraje donde se encuentra el cementerio ―le aclaró, mi madre a media voz.
Petra, volvió a la carga con sus lloros y lamentos, ahora abrazada a Lucía.
―¿Qué es la vida? ―se preguntó, tragándose los mocos. Y sin esperar respuesta, ella misma contestó―: Una porquería; sufrir para nacer, sufrir para morir y entre medias, una guerra y a pasar hambre todo el tiempo, salvo algunos buenos «cocidos» y dos bodas mal contadas.
―«Mecagüen»… tal; tiene razón la Petra ―corroboró Mariano.
―Tú cállate ―dijo Lucía―; ¡qué sabrás de sufrimientos! Si antes de padecer una enfermedad, ya procuras vacunarte con aguardiente en la cantina.
―Dejémonos de lloros ―terció mi padre― y ocupémonos de los vivos. ¿Se ha levantado el abuelo?
No sé ―dijo Petra―; el Señorito Tino ha pasado muy mala noche y a lo mejor «entavía» está en la cama.
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Fotografía del Parque del Cubo del Vino (Zamora)


jueves, 8 de marzo de 2018


SOLEDAD



No juguéis con los sueños que ennoblecen
ni con el despertar blanco y azul de la mañana
si el desierto rojo sangre
de dura soledad rasgó algún alma.

En la mesa
allí donde hubo vapores de amorosas velas
aquellas que alumbraron la pasión, hoy rota,
en la amarga nicotina del engaño,
el triste cenicero humea.

No hubo despedida ni duelo, apenas nada,
ni nadie acompañó aquel dolor,
traspasado el corazón por una hiriente daga.
Puede que fuera aquello amor
o acaso un viento recio
golpeando la ventana o, tal vez,
un eco perdido, una risa de hiena
antes de que la niebla
vistiera su desnudez de escarcha.
En el recinto donde ahora habita,
surgen los fantasmas del silencio
con sábanas manchadas
y siente que el mañana no vendrá
bajo la forma sutil del beso y la esperanza.

No juguéis con los sueños que ennoblecen
¡Oh fatua seducción de quien engaña!
Porque bajo la piel que cubre el cuerpo
anida el corazón, transpira el alma.
Entre flores se abrió la primavera: añagaza
para seguir esperando en el mismo lugar
en que esperó y espera
fumando por fumar el humo de la nada.

No juguéis con los sueños que ennoblecen
dejando entre tinieblas la mañana.
No juguéis jamás con la ternura fiel,
la entrega y el dolor de una mujer,
en vigilia de amor, enamorada.

Fotografía de David Dubnistkiy

domingo, 4 de marzo de 2018


AL  OTRO  LADO  DEL  TIEMPO

El pasado día 1 de marzo, tuvo lugar en la Casa Revilla de Valladolid, perteneciente a la fundación Municipal de Cultura, la presentación de la novela, Al otro lado del tiempo, de la que es autora la escritora vallisoletana Mª Ángeles Cantalapiedra. En el Acto intervinieron junto a la autora, María José García-Vaquero, Catedrática de Lengua y Literatura, Juan Pedro Martín Escolar- Noriega, escritor y Basilio Rodríguez Cañada, presidente del grupo Editorial Sial- Pigmalión.

El numeroso público asistente a la presentación de esta tercera novela de Mª Ángeles, disfrutó escuchando los elogiosos comentarios de los presentadores hacia la obra de una mujer de escritura ágil y profunda que ha conseguido con este último título alzarse ganadora del Premio Internacional Sial Pigmalión de narrativa 2018.

Finalizado el evento, que fue rubricado con múltiples aplausos, la autora compartió sonrisas agradecidas con amigos y público en general, posó junto a ellos y tuvo ocasión de firmar un buen número de ejemplares.

Como adelanto de la trama, reproduzco la contraportada de la novela:

Están de moda los libros excesivos, perversos y llenos de violencia verbal, que copan, de forma casi exclusiva, las mesas de novedades de las librerías de nuestro país. No obstante, cada cierto tiempo aparece algún rayo de luz que nos permite creer en la existencia de escritores preocupados por inculcar valores positivos en sus libros. Este es el caso de la vallisoletana Mª Ángeles Cantalapiedra y su tercera entrega narrativa, Al otro lado del tiempo, que cumple a la perfección la máxima enunciada por Lorca: "Desechad tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan solo ahora la hemos de gozar".
Al otro lado del tiempo cuenta la historia de una pequeña localidad, Ferreira del Monte Santo, y de un personaje singular, Abelardo. En su intento por rejuvenecer su pueblo trata por todos los medios de atraer gente joven hasta allí. Para ello se servirá de un conjunto de hombres y mujeres variopintos, que formarán un grupo bien avenido con el que pasaremos grandes momentos cómicos y alguno que otro más bien duro. Además de estar plagada de buenos sentimientos, tiene una trama inteligentemente trazada y un lenguaje cuidado y seductor. Estamos ante una novela de aprendizaje, aunque con personajes adultos que vuelven a comprometerse con la vida y con los que les rodean. Encontraremos, incluso, elementos de novela de misterio con ciertos toques humorísticos y llenos de emoción. En definitiva, prepárense para disfrutar de esta lectura, les aseguro que su nivel de optimismo crecerá hasta límites insospechados.
                                                                                                                                                GABRIEL NEILA


Deseo a la autora, al igual que ocurriera con sus dos anteriores títulos, que el éxito sea el viajero que acompañe a esta última producción en sus singladura por el complicado, y siempre grato, mundo literario.
 











jueves, 1 de marzo de 2018


CONVERSACIONES CON ÓSCAR (VII)


.A tres días de que la Academia de Hollywood se pronuncie sobre quiénes resultarán ser los ganadores de los Premios Oscar 2018, la película, "La Forma del Agua"(The Shape of Water), escrita y dirigida por el mexicano Guillermo del Toro, figura como la gran favorita con 13 nominaciones, incluyendo mejor película y dirección.

Atraído por tan buen currículo, he ido a verla y debo confesar que, a la salida, mis impresiones se encontraban divididas. La película, goza de indudables méritos entre los que destaco una ambientación apropiada a los años 60, una espléndida fotografía de bellos tonos verde-azulados, su deliciosa banda sonora, obra de Alexandre Desplat, una magnífica interpretación de la protagonista, Sally Hawkins y duras críticas contra la homofobia, el racismo, la intolerancia y el rechazo hacia las personas que consideramos diferentes. Sin embargo, a mi modesto entender, muchas de las interrogantes quedan en el aire o en el agua; vaya usted a saber, si con la sana intención de hacer honor al título de la cinta. También resultan exagerados, por no decir histriónicos, los personajes que ensalzan la crueldad y la bondad de manera exagerada (Michael Stuhlbarg y Michael Shannon).

La película es una fábula o si lo prefieren, un cuento de hadas, eso sí, para mayores. En plena Guerra Fría, Elisa (Sally Hawkins), una mujer muda que trabaja de limpiadora en unas instalaciones del Gobierno, llega a conocer un experimento secreto en el que un hombre-pez (Dong Jones),  capturado en la Amazonía, está siendo sometido a tortura con fines experimentales. La mujer empieza a sentir compasión y después afecto por alguien de apariencia tan diferente a la de los demás mortales. Desde entonces planea el modo de liberarle y ser feliz junto a él, porque el mundo de los sueños le resulta más atrayente que el de su monótona y solitaria vida. Contará para conseguir sus fines con la ayuda de un homosexual, su vecino Giles (Richard Jenkins).

Este film en el que lo fantástico y lo romántico se entremezclan, rezuma lirismo y recuerda a otros títulos como King Kong o La Bella y la Bestia, aunque el planteamiento sea de mayor calado. Guillermo del Toro no solo hace un homenaje a las películas de ciencia-ficción de mediados del siglo pasado, sino que interroga al espectador sobre cuál sería nuestra forma de actuar, si en un futuro, los habitantes de la Tierra contactaran con seres de otras galaxias con aspecto bien diferente al nuestro.

Película muy recomendable para los amantes del buen cine, especialmente a los que se sienten atraídos por este género fantástico y no tanto para otros que, como yo, presentan cierta dificultad para estar sentado casi dos horas viendo fantasías (historia de amor incluida) en los límites de la realidad.