jueves, 11 de enero de 2018

CONVERSACIONES CON ÓSCAR (VI)


.Hay fijaciones que son difíciles de eliminar. A mí me atrae la filmografía de Woody Allen un actor, guionista y director de categoría indudable pero que, en cuestión de gustos, resulta muy controvertido.

Su último film de 2017 se titula Wonder Wheel, película que tiene su atractivo, pero que no figurará como uno de sus más valorados trabajos. Sobre cuatro actores principales: Kate Winslet, Justin Timberlake, Juno Temple y Jim Belushi, Woody, escribe una historia en donde la miseria y la mezquindad del ser humano se manifiesta con crudeza. En este mundo sórdido, no es de extrañar que los gags con los que suele aderezar sus relatos, queden en esta ocasión, reducidos a la mínima expresión y una atmósfera de asfixia y frustración nos acompañe durante la proyección.

Mickey Rubin (Timberlake), un estudiante que trabaja temporalmente en el parque de atracciones y que sueña con ser dramaturgo, cuenta a cámara la turbulenta historia de Humpty (Jim Belushi) operador del parque, hombre rudo y dado a la bebida, con su esposa Ginny  ( Kate Winslet), una ex actriz que trabaja como camarera y que posee un carácter un tanto peculiar. La relación entre ellos, ya de por sí complicada, se vuelve más tensa cuando aparece Carolina (Juno Temple), hija de Mickey, que viene huyendo de unos mafiosos y que intenta reconciliarse con su padre del que se encuentra hace tiempo distanciada.

Ginny, que está casada con un hombre al que no quiere, tiene una aventura con Mickey, sin que ello suponga que ambos tengan la oportunidad de realizar sus sueños. La película se hace a ratos pesada, con un tema ya visionado en otras oportunidades (Un tranvía llamado deseo). Sin embargo, es de justicia destacar la impresionante interpretación que del personaje de mujer frustrada realiza Kate Winslet. Sobresaliente, también, el adecuado vestuario y la excelente iluminación y ambientación de los años 50, en gran parte debida a la mano del Director de Fotografía, Vittorio Storaro. Ya sabemos que Woody Allen cuida al máximo la ambientación y ese aire nostálgico que sabe imprimir a todos sus films.


Película, al fin, cuyo visionado deja un poso de amargura, quizás porque buscamos en el cine que la noria de la fortuna (en este caso de Coney Island) gire llevando a sus personajes a otear panoramas más afortunados.

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