domingo, 31 de diciembre de 2017


UN LUCERO EN LA NOCHE


Pocas cosas superan en belleza a la contemplación de un firmamento estrellado. Pequeños puntitos irradian destellos de luz, que nos hablan de la grandiosidad del Universo y de un Dios inabarcable, infinito.... Un espectáculo así debió de deslumbrar a los pastores en la Nochebuena, tras escuchar el anuncio del ángel. Seguramente distinguirían en la celeste esfera, una estrella muy especial, que indicaría el lugar en donde acababa de nacer el Redentor. Al acercarse, tuvieron la fortuna de testificar el prodigio de la divinidad, encarnada en la frágil apariencia de un niño.



Sobre el portal de Belén
un lucero al Niño mece,
al mirarlo se enternece
y refulge cual satén.

Esta señal fue captada por quienes esperaban con anhelo su llegada. En los Reyes Magos, personificamos a las gentes geográfica y temporalmente alejadas del lugar del nacimiento que están prestas a escuchar la Palabra y a ponerla en práctica. 
Para percibir el prodigio no nos basta con mirar; es necesario observar, vigilar, estar atentos a los signos de los tiempos. En cada momento, la mirada amorosa de Dios nos acaricia. Como dice el profeta Isaías, nuestro nombre está escrito en las palmas de sus manos. Él nunca nos abandona y habla al que está atento para escuchar su mensaje.

Tres Magos vienen de Oriente
en penosa caminata
el cansancio se delata
en el sudor de su frente.

Para quien busca la Verdad, el camino a recorrer puede ser una tarea que exija dedicación y tiempo, pero que siempre resulta ser una aventura gozosa que acaba, pese a las dificultades, en encuentro feliz. Los Magos de Oriente rindieron pleitesía y ofrecieron oro, incienso y mirra al Dios hecho hombre, que es también rey, aunque su reino no sea de este mundo. A cambio, recibieron la Gracia inmensa de haberle conocido: el mejor regalo.

Tan pronto fueron llegados
sintieron que la alegría
hacía la noche día
ante el lucero, postrados.

Un regalo multiplicativo que alcanza a todo el que, después de haber visto dónde está la Luz, va a su encuentro. Al igual que a los Reyes Magos, será mucho más lo que recibamos que lo poco que podamos ofrecer. Este regalo de la presencia del Señor en nuestras vidas, es el que tenemos que propagar a nuestros semejantes. El día de los regalos comienza el seis de enero y debe continuar el resto del año.

Sigue buscando el lucero,
no te detengas, ¡camina!
que se grabe en tu retina
cada seis del mes de enero.

Con el deseo de que sepamos distinguir la Luz entre tanta tiniebla, recibid mis mejores deseos de Paz en estas Navidades y durante el año que va a comenzar.

Publicado en la revista ¡ALELUYA! de la Asociación Belenista de Valladolid. Navidad 2017


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