domingo, 16 de julio de 2017


 
SAN SEBASTIÁN

Gaviotas de cristal surcan el aire tibio

con aromas de salitre.

En blanca espuma, alineadas olas

se rompen, sin estruendo, contra

escolleras de hormigonados bloques

que protegen la blanca barandilla de la costa.

¡Casco Viejo! Trajín y bullicio

ante las barras repletas de pintxos,

ramilletes de colores y sabores

del jardín de las delicias.

Navegan apacibles los veleros a los pies del monte Igeldo,

mientras sobre la arena descansan,

cuerpos tendidos al sol de la mañana.

Arriba, en el paseo, desfile de pamelas y sombreros,

 y en las terrazas, la calma y el sosiego

de mecidos soñadores de esperanza.

¡Que nadie turbe esta quietud de pájaros piando!

¡Que nadie ose alterar la hermosura del momento idílico!

Porque, hoy, los árboles se han vestido de un verdor inusitado

cuando  la paz ondea su bandera y resulta difícil distinguir,

 en la neblina, el tránsito entre mar y cielo.

En Zurriola, esperan, impacientes, los surfistas,

 el mar embravecido,

que, dulcemente entretenido,

 se besa con el Urumea,

Desde el puente del Kursaal,

observo el idilio feliz de los amantes

y vuelvo a aspirar ese olor de los recuerdos.

¡Gaviotas de cristal, surcan el aire!

2 comentarios:

  1. Quién pudiera ser gaviota, oler la mar y volar siguiendo el canto de un viento. Besos.

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  2. Contemplé en su vuelo a la gaviota de cristal, hasta que se perdió en el infinito beso ¿Cuándo volverá?

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