jueves, 23 de febrero de 2017

PASAJES DE "LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS" (33)

CAPÍTULO I
El Viaje
...................................
El regreso a casa fue premeditadamente tranquilo; mi padre que «no daba una puntada sin hilo», había querido que le acompañara porque tenía preparado un discursito que comenzó a largar, no sin antes colocar su mano sobre mi hombro, en un intento de acercamiento paternal.
―Mira Alvarito ―comenzó a hablar, tras dos tosidos nerviosos―; he querido que asistieras a la contratación del taxista para que te fijaras cómo un hombre de clase alta como yo sabe dirigirse a otro de condición inferior, y de qué manera tan resuelta he solventado un problema para el que no todo el mundo encuentra una rápida solución. El día de mañana has de obrar tú de igual manera, y esto sólo lo conseguirás cuando alcances un título universitario y tengas posibles suficientes para poder mandar y ser atendido. ―Luego, recordando quizás a Calderón de la Barca, prosiguió―: En el gran teatro del mundo, los papeles que desempeñan los humanos se asemejan con frecuencia a lo que acontece en una representación de títeres: unos hombres manejan los hilos para que otros, las marionetas, se muevan a su antojo. ―Hizo una pausa―. Tú puedes actuar moviendo los hilos o, por el contrario, bailar al son que otros te impongan. Un hijo mío, necesariamente ha de ser de los primeros, por eso, tanto tu madre como yo, nos esforzamos para darte una educación acorde con nuestro rango y apellido. El que hayamos decidido que estudies con los jesuitas, responde a este criterio. Por otra parte, no te será difícil alcanzar las metas que te propongas en la vida si en todo momento tomas nota del recto proceder de tus padres, que siempre, no lo olvides, ¡siempre!, quieren lo mejor para ti; además tampoco has de olvidar que...
Mi padre continuaba hablando, pero mi pensamiento retrocedió a mi más tierna infancia cuando, en la plaza del Poniente, seguía, absorto, las peripecias de mi héroe «Chacolí», que a mamporros lograba vencer a sus enemigos y conseguía la mano de la dulce «Chacolá», mientras que todos los niños aplaudíamos y gritábamos como una sola voz: «¡Bieennn!» Instantes después, «Chacolí» y «Chacolá» se inclinaban, doblando varias veces su cintura ante nosotros, y cuando por fin se cerraban las cortinillas del teatrillo, mis héroes, ya inertes, se guardaban junto con sus aparejos en sendas cajas, hasta la siguiente representación dominguera.
                                                      ...........................................


4 comentarios:

  1. Que razón tienen los clasicos. Vida, teatro. Nosotros somos protagonistas, tramoya: actuamos. Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sea entonces, la nuestra, una actuación sincera. A mí el viento de Caliope me parece muy bello y real. Muchos besos.

      Eliminar
  2. Por mucho que nos quieran aleccionar, el destino lo forjamos nosotros. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como muy bien dices, en general, cada uno puede llegar a conseguir su sueño, si este es realizable y si, trabajando duro, no ceja en su empeño hasta alcanzar el objetivo que se ha marcado. Que tengas un feliz sábado, María José. Abrazos.

      Eliminar